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Emperador De Roma
Descripción
¿Cómo era realmente gobernar y ser gobernado en el antiguo mundo romano?
Emperador de Roma explora la realidad y la ficción de los gobernantes del antiguo mundo romano preguntándose qué es lo que hicieron, por que lo hicieron y por qué el relato de sus historias ha trascendido de forma tan extravagante y. a veces, escabrosa. El libro atiende a importantes cuestiones de poder, corrupción y conspiración. pero también se ocupa de los aspectos prácticos y cotidianos de sus vidas. ¿Qué y dónde comían? ¿Con quién dormían? ¿Cómo viajaban?
A lo largo de esta obra conoceremos a muchas personas que no fueron emperadores ni aspiraban a ello, pero que hicieron posible el sistema imperial: aristócratas cautelosos, cocineros esclavos, secretarios diligentes, bufones de la corte e incluso un médico que trató a un joven príncipe de amigdalitis.
Sin embargo, si el Imperio romano hubiera estado gobernado por una serie de autócratas perturbados, su supervivencia no se entendería.
Mi interés se centra en cómo surgieron estas historias de locura, en cómo se gestionaban de verdad los asuntos del imperio y en los temores de los romanos de que el gobierno de los emperadores no solo estuviera manchado de sangre (esto se daba por descontado), sino que fuera una extraña e inquietante distopia construida sobre el engaño y la falsedad.
Emperador de Roma explora la realidad y la ficción de los gobernantes del antiguo mundo romano preguntándose qué es lo que hicieron, por que lo hicieron y por qué el relato de sus historias ha trascendido de forma tan extravagante y. a veces, escabrosa. El libro atiende a importantes cuestiones de poder, corrupción y conspiración. pero también se ocupa de los aspectos prácticos y cotidianos de sus vidas. ¿Qué y dónde comían? ¿Con quién dormían? ¿Cómo viajaban?
A lo largo de esta obra conoceremos a muchas personas que no fueron emperadores ni aspiraban a ello, pero que hicieron posible el sistema imperial: aristócratas cautelosos, cocineros esclavos, secretarios diligentes, bufones de la corte e incluso un médico que trató a un joven príncipe de amigdalitis.
Sin embargo, si el Imperio romano hubiera estado gobernado por una serie de autócratas perturbados, su supervivencia no se entendería.
Mi interés se centra en cómo surgieron estas historias de locura, en cómo se gestionaban de verdad los asuntos del imperio y en los temores de los romanos de que el gobierno de los emperadores no solo estuviera manchado de sangre (esto se daba por descontado), sino que fuera una extraña e inquietante distopia construida sobre el engaño y la falsedad.